LOS SUBMARINOS ARGENTINOS

LOS SUBMARINOS:     La primera curiosidad que uno descubre cuando intenta conocer el mundo de los submarinos, es aprender que son barcos. Todo especialista con el que se hable se referirá a un submarino como un buque, porque en el mundo de la marina, un submarino es eso: un buque que puede sumergirse. Ser un submarino es una capacidad extra de una determinada clase de buques, no una categoría en si misma.

                                      El ARA Santa Cruz, único operativo del país.

     Estoy en la Base Naval Mar del Plata, de la Armada Argentina. Es un fresco y soleado lunes de junio, y me anuncio en la guardia del Comando de la Fuerza de Submarinos. Como no tenía invitación, ni me había anunciado previamente, pensé que sería difícil entrar al mundo de los submarinos, sin embargo y para mi sorpresa, tanto los oficiales como los suboficiales presentes con mucha amabilidad se prestaron a mi requisitoria periodística. En pocos minutos estaba arriba de un jeep celeste, que me llevaba de la guardia al amarradero de los submarinos. Para la Marina Argentina, ser periodista no fue una mala palabra. Gracias muchachos!!!.

Reseña Histórica:


                                  Parte de la tripulación junto al sonar.


    En 1927 una delegación de nuestra Armada, volvió de una visita a los Estados Unidos, trayendo una novedad en armamento naval: los buques sumergibles. Se reunieron con el presidente Marcelo T de Alvear, quien inmediatamente apoyó la idea de sumar los submarinos, al parque naval de la Marina y del país. Con su autorización comienza a construirse en Mar del Plata, la base de operaciones de lo que luego seria el Comando de la Fuerza de Submarinos. Este era un paso necesario y previo a la compra de los buques, no se podía tener submarinos, sin contar con un lugar especializado donde amarrarlos y hacerles el mantenimiento. Para 1933 los trabajos estaban listos y los primeros buques llegaron al país, esa fue la dotación que luego se conoció como los G1 (Generación 1). 

   Los G1, eran de origen norteamericanos, y la Argentina adquirió dos de ellos. Tecnicamente no eran submarinos sino sumergibles, o sea buques que podían navegar bajo la superficie hasta dos horas, y luego necesitaban emerger para renovar aire y recargar motores. Un sumergible carece de snorkel, el sistema que como con los buceadores, permite capturar aire bajo el agua. De allí que puedan estar sumergidos tan poco tiempo. Luego con el advenimiento de esta tecnología, los sumergibles pasaron a ser submarinos. Los G1 estuvieron en servicio hasta principios de los años 60, cuando el país recibe los primeros submarinos propiamente dichos. Estos eran de origen alemán y conformaron el grupo de los G2. Hasta hoy el país tuvo cinco generaciones de submarinos, ahora utilizamos los G5; para una flota que desde su creación contó solamente con 11 naves.


                                      Mi guía, el Cabo Principal Leiva, gran tipo.

  Junto con la base para submarinos y formando parte de esa fuerza, se creó la escuela de buceo táctico, donde se forman los comandos navales más especializados del país. De hecho los primeros que desembarcaron en Malvinas en 1982; fueron buzos tácticos al mando del Capitán Pedro Giaquino, muerto en operaciones. En esa guerra Argentina utilizó dos submarinos, un G4 y un G5. El primero de ellos hizo tres misiones, la primera el desembarco del 2 de abril, pero luego fue detectado y atacado por la Royal Navy. Sumamente dañado, su comandante ordenó la evacuación del buque y procedió a hundirlo para que no caiga en manos enemigas. El G5 tuvo una historia más increíble: se topó con fuerzas hostiles y entró en combate. Se pudieron disparar tres torpedos pero ninguno dió en el blanco, incluso uno ni siquiera navegó mas allá de unos pocos metros, antes de perder fuerza y estacionarse en el fondo del mar. Las fallas fueron debidas al escaso entrenamiento en las cargas y disparos de torpedos, debido a la escazes de estos proyectiles. Por otro lado, estos torpedos eran de contacto no teledirigidos, por lo tanto navegaban en linea recta y si no daban en un blanco pleno no podían explotar. Se fallaron los disparos. De todas formas, detectado y atacado, el G5 aprovechó dos ventajas estratégicas: su andar silencioso y su capacidad de inmovilizarse. El submarino se estacionó en el fondo del mar y durante doce horas se mantuvo alli sin ruidos, ni movimientos ni luz. Todo apagado y en silencio. Debido a eso, y a pesar de haber estado sometido a un ataque masivo con cargas de profundidad, por las fuerzas navales inglesas, no fue hundido. Regresó a puerto con graves daños y ya no pudo volver a navegar. Hoy se lo utiliza como desguace para repuestos de los submarinos operativos.


LOS SUBMARINOS ARGENTINOS HOY


  En la actualidad Argentina cuenta con dos submarinos, el principal es el ARA S Santa Cruz. Es un buque de 66 metros de largo por doce de alto, contando la cúspide de la torre del snorquel. Está propulsado por 900 baterías eléctricas y 4 motores diesel. Puede permanecer sumergido durante 60 días, lleva una tripulación de 33 personas y puede cargar hasta 8 torpedos teledirigidos. Cuando navega es sumamente silencioso, porque las baterías no emiten ruido alguno, de hecho los motores diesel solo se encienden cada tanto para recargar las baterías a medida que se va necesitando. En la práctica, el submarino nunca navega con estos motores, su única función es la recarga de baterías. Para eso el submarino sube a profundidad de periscopio, el motor toma aire por el snorquel, renueva el oxígeno y carga las baterías bajas, luego se apagan de nuevo. Ese es el procedimiento que no podían hacer los sumergibles.

   La Armada Argentina, decidió en desde el principio que los submarinos se identifiquen con la letra S y luego el nombre de una provincia cuyo nombre también empezara con la S. Por eso, a lo largo de estos casi 80 años de historia, los 11 submarinos que tuvimos se llamaron ARA S San Juan, Santiago del Estero, San Luis, Santa Fe y Santa Cruz. El Santiago del Estero yace en el mar de Malvinas, el San Juan es hoy un proveedor de repuestos y el Santa Cruz se encuentra operativo.
   La falta de presupuesto golpea al Comando de la Fuerza de Submarinos, al punto que el buque sale a mar abierto una vez cada dos meses, muchas veces sin sus torpedos e igual que hace treinta años, el entrenamiento de disparo es virtual. Los G5, si bien son los más modernos del pais, son de fines de la década del sesenta, comprados a Alemania, que los fabricó a espaldas de los aliados (tenían prohibido fabricar armamento de ningún tipo), consecuencia de la Segunda Guerra Mundial; y fueron remitidos al país por partes separadas. Por eso todo el ensamblaje se hizo acá. De hecho el Santa Cruz no combatió en Malvinas, porque aún no estaba armado del todo.

     Hoy a instancias de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el masculino mundo de los submarinos le abre sus puertas a las mujeres. El Santa Cruz ya tiene a su primera suboficial en su tripulación, recibida en el año 2011, una suboficial a punto de recibirse este año, otra que inició la carrera y dos oficialas, también a punto de recibir sus galones. Son las únicas 5 mujeres de toda la fuerza submarina nacional.

FINAL

    
El mundo del submarinismo es atrapante, pero se necesita ser una especie infrecuente de persona, para dedicarse a esta especialidad. La sensación de encierro, dentro del buque, es enorme y asfixiante, aún con el submarino amarrado en superficie. Las escotillas son pequeñas, los pasillos tortuosos y llenos de obstáculos. Todo es pequeño dentro de un submarino, las cuchetas, el comedor, los baños, uno siempre tiene miedo a quedarse atrapado entre los caños, cables e instrumentos; o lo que es peor, romper algo sin darse cuenta.

      Además, como si fuera un espectáculo de baile, transitar un submarino exige una coreografía precisa y complicada, que debe llevarse a cabo sin errores. Esto se debe a que cada escotilla, cada pasillo, cada sala de la nave, te obliga a realizar de uno a varios movimientos exactos y únicos, para poder avanzar, subir o bajar. Movimientos que si no se respetan, tiene consecuencias. Quedas atrapado, te quemas, recibís descargas eléctricas, te caes, etc. 


   Para colmo, son pequeños. Aunque sus 66 metros de eslora suenen a mucho, hay que recordar, como simple comparación, que un submarino nuclear promedio tiene entre 100 y 120 metros de largo. O sea el doble que el nuestro. El submarino ruso Kurtz, que se hundió en el Mar del Norte y donde murieron los 104 integrantes de la tripulación hace unos años; doblaba al Santa Cruz en tamaño y tripulación. La escotilla de proa, que en las películas parece enorme, apenas te da espacio para subir o bajar,o sea ir a cubierta o ingresar al buque. La mirilla del periscopio es mínima y su lente reducido, se ve el exterior pero en un punto muy concentrado. No existe la vision panorámica de los periscopios de Hollywood. Y cuando volvés a la cubierta, es como salir de una mina, el aire fresco te golpea la cara y la vida vuelve a recorrerte el cuerpo. Estar en un submarino es una experiencia única, pero para los mortales comunes, no deja de ser un enorme sarcófago flotante, con malas intenciones.

     El jeep celeste me llevó de vuelta a la guardia. Atrás, el ARA S Santa Cruz, quedaba amarrado al muelle, esperando el próximo simulacro de navegación y combate, que fue demorado cuarenta minutos, para que yo pudiera recorrer el submarino. Fin de la crónica, y hora de volver a Buenos Aires.

Nota: Visite el Museo del submarinismo argentino en la Base Naval de Mar del Plata.

Osvaldo Igounet
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