CIERRE DE LISTAS UN ASUNTO DE FAMILIA


              por  Osvaldo Igounet 

HABEMUS PRECANDIDATUS dirían en el Vaticano si el cierre de listas para las PASO de septiembre en Argentina fueran de algún interés en algún país importante del mundo, que no lo son. Rara vez el mundo piensa en Argentina y cuando lo hacen sólo surgen tres preguntas: ¿cómo hicieron para empobrecer a un país rico?, ¿quién pondrá la tarasca que se adeuda? y ¿ se volverán normales alguna vez?; poco le importa a la comunidad internacional el nombre de los próximos políticos que quieren refundar al país, cambiar al ordenamiento mundial o que busquen excusas fundadas para no pagar lo que el país debe. Porque el debate de si la deuda es legítima o no, si la tomó Menem, Macri o El Chúcaro y Norma Viola es una discusión casera, allá afuera la República Argentina como ente jurídico internacional tiene una deuda que honrar y una política exterior que llevar adelante. Por eso ahora que el país defiende a gobiernos de dudosa raigambre democrática como Nicaragua, Venezuela, Cuba, China, Corea del Norte, Rusia o Hamas todos los argentinos quedamos pegados a esa decisión aunque la mayoría no estemos de acuerdo con ella, en especial porque ser antiimperialista como sinónimo de antiyanqui en el gobierno se traduce en volverse aliados de otros imperialismos expansionistas todavía peores ya que no profesan amor alguno por la democracia, el capitalismo y la libertad como opción de vida.

Volviendo al tema de esta nota: cerraron las listas y quedó plasmada la fragmentación de la casta política argenta donde nadie confía en nadie y lo bien que hacen. Habrá discusión entre un modelo de país y otro, dentro del mismo modelo de país, dentro de cada facción de una facción y entre los mismos integrantes de una misma lista. Todos se miran de reojo. El FdT como oficialismo coincide en que hay que terminar con la amenaza de la "derecha" vernácula pero allí terminan las coincidencias, peronismo tradicional o poskirchnerismo, Cristina o Alberto, La Cámpora o los intendentes, los gobernadores o la estrategia nacional, renegociar deuda o ignorarla, ajustar los números o aumentar el gasto, reformar la Constitución o dejarla como está (por ahora), "organizaciones sociales" o sindicatos tradicionales, Daer o Moyano y siguen las firmas. Ambiciones personales, visiones encontradas y broncas mutuas hacen del frente gobernante una olla a presión como bien se ve en Santa Fe o Tucumán o más cerca en Hurlingham o Esteban Echeverría; eso sí la glotonería corre para todos y todas porque todes quieren quedarse con la torta.

 En la coalisión opositora principal las cosas no son mejores. Empezaron siendo Cambiemos, después Juntos por el Cambio y ahora sólo Juntos. ¿Juntos para qué?, ¿y el cambio?. No era que cambiar, hacer algo diferente era la premisa base de esa fuerza. Ya no apoyan un cambio de paradigma, ahora es solo cambiar de caripelas pero no de rumbo, lo principal que era el cambio ahora se supedita a lo aleatorio de una candidatura. ¿Cuál es el "cambio" que proponen Larreta por Macri o la UCR por el PRO?. ¿En eso están ahora?. Que Mario Negri en Córdoba vaya para senador y no siga de diputado es el cambio o que Vidal abandone la provincia y vuelva a la Capital Federal o que la campaña inicie con una peluca pelirroja para mostrar que Santilli tiene una melena de la que carece. Juntos para qué, además de la enemistad con el cristinismo, hay algo útil que los una, hay un proyecto superador y con espíritu de desarrollo para el país. Hasta acá no parece ser el caso.

 Libertarios e izquierdistas se tocan por los extremos, todos juegan su juego y rifan su ya de por sí escasa elección en divisiones estériles. Altamira contra Del Caño; Milei enojado con Esper. Otra vez el país en segundo plano, primero veamos si llegamos, después habrá tiempo de pensar que hacemos o a qué vinimos. 

 En este estado de situación es lógico que las desconfianzas fluyan entre propios y extraños. Si todos desconfían de todos lo único que queda es la familia, de allí que el ex intendente Kubar haga fórmula con su esposa Natalia Ruiz, que el intendente Mauro García cuide sus espaldas en el concejo con su pareja como paragolpes ( la lucha del 2023 será encarnizada), que Sergio Berni proteja sus ambiciones colando a su esposa en la lista de diputados, que el presidente haya podido poner como cabeza de lista a Victoria Tolosa Paz que si bien es una dirigente con peso propio a los ojos de Alberto es antes que nada la esposa de su mejor amigo y por supuesto Cristina que solo confía en Máximo, su hijo. Ni hablar del resto de las provincias donde maridos, esposas, hijos, hijas y parientes varios pululan en las listas. 

La política se ha convertido en una ocupación de familia, porque todos recelan de todos, claro que olvidan que cuando alguna herencia interesante hay para repartir todos los hermanos se demandan entre sí en Tribunales.

 Argentina es un país donde la política ya no inaugura fábricas sino merenderos y comedores populares, donde los punteros barriales salen en los medios haciendo campaña con la cantidad de hambrientos y desocupados que asisten a las ollas y lo festejan además. Ya no inauguramos fábricas, nuevos empleos ni una educación de excelencia y alta exigencia, somos una nación mayoritariamente mediocre y resignada, sin futuro promisorio a la vista porque los políticos que supimos conseguir están en otra cosa y el pueblo no les reclama. Aspiramos a que en los próximos 30 años no seamos peor que Sudán del Sur pero no se nos pasa por la cabeza como ser o intentar ser Australia al menos. 

Un pueblo sin aspiraciones es un pueblo sin futuro y la mediocridad reinante nos está convenciendo que ese es nuestro destino, tener un NO destino y saben qué, es mentira. Podemos y debemos cambiar esta realidad, trabajar nosotros y exigirles a los políticos que hagan lo mismo o negarles el voto si no lo hacen. Terminar con los personalismos egoístas o los sueños de poder trasnochados, Argentina no está en condiciones de cambiar ningún orden mundial, el mundo es como es, pero sí podemos aprovechar las oportunidades que ofrece y aprender como superar los desafíos que presenta. En todo caso el pragmatismo enseña que si te molesta el mundo como es el cambio no viene aliandose a dictadores sanguinarios y fracasados, sino tratando de superar a los más exitosos. No se gana un partido de fútbol jugándolo desde una cancha de tenis, no sé si soy claro. 

Cerraron las listas, todos se desconfían, todos buscaron reaseguros en amigos o familia, ninguno ofrece trabajar para salir de la mediocridad y la resignación, nadie propone un cambio verdadero o positivo y a tal punto esto es verdad que Juntos por el Cambio ahora solo es Juntos nada más; que más se podría agregar... 

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