PFIZER: UN DECRETO CONFESIONAL

                   por Osvaldo Igounet 

Hay un viejo dicho que dice "el hombre propone y Dios dispone", aludiendo así a la inevitabilidad de las cosas, a la distancia que media entre lo que se desea y lo que efectivamente se puede. Este baño de realidad se impone a las personas y por supuesto aplica también a los gobiernos.

Por razones que no es el caso explicar aquí el gobierno había decidido no traer al país ninguna vacuna norteamericana para combatir la pandemia. Y aunque el ejemplo emblema era la de Pfizer está "prohibición" se extendía también a la de Janssen y Moderna. Así el país negoció vacunas inglesas Oxford AstraZeneca, rusas Sputnik V y chinas Sinopharm, en una apuesta sanitaria con perfume de geopolítica. Pero el diablo metió la cola, como dicen, y los percances se sucedieron uno tras otro y en el primer cuatrimestre del año los proveedores incumplieron con los plazos y cantidades de entrega. Rusia no tiene capacidad de producción apropiada, en India algunos laboratorios tercerizados se incendiaron y además por la cantidad de contagios allí dejó de exportar y AstraZeneca tuvo algunos efectos colaterales en Europa que por momentos puso en duda su continuidad en aquel continente e hizo que la FDA en EEUU no la aprobara y la producción local argentino-mexicana chocó con la falta de insumos en filtros, tapas y frascos para su envasado y distribución. Todas estas circunstancias hicieron que Argentina no consiguiera en tiempo y forma la cantidad de vacunas prometidas y que tanto necesitaba. Para colmo de las que llegaron y aunque el gobierno lo niegue la aplicación ha sido lenta en exceso tanto por razones logísticas como políticas; de hecho ahora mismo hay en el país 25 millones de dosis pero hay sin aplicar casi cinco millones y el 45% de este total están en la provincia de Buenos Aires. 

Todo este combo hizo que para cubrir a más población la ventana de aplicación entre la primera y la segunda dosis se extendiera a tres meses y no a tres semanas. Pero la pandemia no sabe de tiempos electorales y todo se complicó, Gamaleya produce sólo un segundo componente por cada siete del primero lo que explica que sean muy pocos los inoculados con la Sputnik V con el esquema completo. Aún si el laboratorio Richmond cumpliera y en Julio pudiese producir un millón de segundas dosis más las ochocientas mil que están llegando de Rusia, igual habría más de tres millones de personas sin completar su vacunación.

Con este estado de situación es que irrumpe la famosa cepa Delta y las alarmas se disparan. Si bien a priori sería menos letal es cinco o seis veces más contagiosa y en los países desarrollados donde ya atacó se comprobó que las vacunas existentes sólo son eficaces contra la Delta si la gente tiene las dos dosis aplicadas o sea el esquema completo y que su circulación sólo puede cortarse con un amplio porcentaje de la población con esquema completo de vacunación. Sin esto una tercera ola de esta cepa es inevitable y con consecuencias desoladoras para países como el nuestro que tiene un porcentaje de vacunados con dos dosis extremadamente bajo. Adicionalmente también se comprobó que las vacunas norteamericanas, que son sintéticas, resultan más efectivas que las demás para inmunizar contra la Delta al punto que ya se habla que quien se aplicó Sinopharm o AstraZeneca necesitará un tercera dosis de refuerzo en los próximos seis meses. 

Este nuevo estado de cosas en la pandemia ha obligado al mundo a estudiar la combinación de vacunas que también se hará aquí pero llevó al gobierno de Alberto Fernández a cambiar su estrategia sanitaria por eso ahora se empezará a vacunar con segundas dosis para completar esquemas y a su pesar y por decreto se permitirá la compra de las vacunas norteamericanas. Este permiso permitirá también que el país acepte las Pfizer que ofrece el fondo Covax. El presidente delegó en Vilma Ibarra la negociación secreta con los laboratorios estadounidenses que termina con el decreto que se firmará en estos días y cuyo contenido se desconoce.

Sumar las vacunas norteamericanas a la canasta de vacunas disponibles y aprobadas es sin dudas acertado. Pero hubiese sido mejor no haber ideologizado decisiones sanitarias en pandemia y aunque es mejor tarde que nunca, tuvo que llegar la amenaza de la cepa Delta para que el gobierno reaccione en este tema. El gobierno debe olvidarse de cualquier especulación electoral o política para impedir una tercera ola apocalíptica y eso se hace con vacunas  pragmatismo y eficiencia no puede seguir habiendo millones de vacunas sin aplicar o demoradas, vacuna que llega debe inocularse inmediatamente sino no habrá garantías de éxito. Bienvenidas sean las nuevas vacunas que por fin llegarán al país, pero hay que mejorar su aplicación, empezando por habilitar TODOS los vacunatorios y no sólo las postas, vacunar también sábados, domingos y feriados sin disminuir el ritmo y en jornadas más extensas. Las nuevas acechanzas de la pandemia son también una cuestión de tiempos, hay que ser más ágiles en esto. 
Llegan, por fin, las vacunas norteamericanas para sumarse a las existentes, era hora.

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