JAVIER MILEI, EL RELOJERO QUE GOBIERNA UN PAÍS DONDE LOS RELOJES DAN CUALQUIER HORA

 

El país es un herbidero político, económico e institucional que el gobierno de Javier Milei y Victoria Villaruel está gestionando desde hace casi cuatro meses (se cumplen el 10 de abril) de la mejor forma que puede. Los problemas abundan, el dinero escasea y la crisis está en su esplendor y aún así, una porción mayoritaria de la población apoya estoicamente el ajuste necesario y anunciado de la nueva administración.

Han quedado al desnudo las enormes falencias, permítaseme ser piadoso en el uso de los adjetivos; que a lo largo de los últimos 22 años de populismo kirchnerista provocaron descalabros administrativos, financieros, culturales, morales y sociales en nuestro país;  que son ya tan conocidos que me eximen de volver a repetirlos para evitar aburrirte, amigo lector. Todos sabemos que tal forma de gestionar al estado ha provocado una ineficacia y corrupción tal, que implica que algunos pocos se han beneficiado indebidamente a expensas de otros muchos. Desde el funcionario, o sus testaferros, que se volvió millonario de la noche a la mañana, hasta el militante que obtuvo un contrato laboral para no ir a trabajar o hacerlo en alguna dependencia que nunca debió haber existido. 

Por eso es natural que cuando un gobierno llega con la intención de terminar con tal estado de cosas aquellos que venían disfrutando de tales prebendas protesten como marranos a punto de ser sacrificados en la chanchería de Emerenciano Sena, socio del régimen vencido. En mi caso particular puedo asegurar que nueve de cada diez personas que protestan se han quedado sin o están a punto de perder algún "negocio o prebenda espúrea" y el otro es el famoso militante crédulo que creyó en el relato marquetinero del estado te cuida o donde hay una necesidad hay un derecho. Ahora bien, ¿el cambio en el clima social lo produjo la llegada de Milei al gobierno o Milei gana porque el clima social ya había cambiado?; yo me inclino por la segunda opción, porque el modelo anterior estaba agotado a instancias de la cruda realidad.

Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner fueron malos por muchas razones, que tal vez analicemos en alguna otra nota, pero y muy especialmente el segundo mandato de La Doctora introdujo al país en una dinámica de estancamiento económico, inflación en alza, reservas en baja y un país cuya ciudadanía sólo sobrevivía a fuerza de planes y subsidios pero con un estado que cada vez tenía menos recursos para financiarlos. El interregno de la presidencia de Mauricio Macri no logró el objetivo de ordenar la situación y la llegada posterior del tandem Alberto Fernández y Cristina en el 2019 terminó de destruir lo poco que quedaba, llamaron como bombero a Sergio Massa quien en su gestión como Ministro de Economía y ante el quebranto de las arcas del Tesoro Nacional decidió emitir moneda sin respaldo como nunca antes en la historia del país, acelerando y agravando así, una situación ya de por sí insostenible. Sólo para dar un ejemplo en el año 2011, última vez en que el país creció, había seis millones de trabajadores registrados en el sector privado y ayuda social para cuatro millones de personas en forma de planes y jubilaciones sin aportes. Para el año 2023, los trabajadores registrados del sector privado seguían (siguen) siendo seis millones, pero el estado libra cada mes cheques para vientidós millones de personas si sumamos los planes sociales de cualquier tipo, los jubilados sin aportes que se triplicaron y los empleados públicos que también aumentaron en un porcentaje parecido -contando Nación, Provincias y Municipios- resulta evidente que la ecuación económica-financiera no tenía forma de cerrar. Nótese que en esta descripción no se enumera los servicios de la deuda externa e interna, la corrupción, ni los gastos derivados de la ineficiencia en la gestión. Este fue lo que ocasionó la derrota del gobierno anterior, que dejó al país en una situación tan calamitosa que no hubo prebenda, relato o subsidio que lo ayudara a ganar. El emergente fue el triunfo de Javier Milei quien mejor interpretó la gravedad de la situación y el malestar general de la población al sintetizar con el concepto de casta que él llegaba a subsanar la parranda de gobierno kirchnerista y a no repetir los errores del gobierno de Macri. 

Y acá estamos. No sabemos todavía como terminará siendo la gestión de este nuevo gobierno libertario, si sabemos que en este momento tiene que tomar decisiones dolorosas en lo económico y social, muchas veces antipáticas pero ciertamente necesarias. Si existe alguna certeza es que ya no hay plata para financiar todos los gastos que antes había y que, además, la mayoría de ellos no son necesarios y menos urgentes. El famoso ajuste es inevitable y debe ser permanente en el tiempo, primero porque ahora hay que equilibrar las cuentas, recomponer reservas, pagar las deudas y empezar la recuperación económica para poder emprender la ruta del crecimiento, pero luego cuando todo esté ordenado y la crisis sea cosa del pasado y todos estemos mejor, el ajuste deberá seguir en la forma de gastar en lo prioritario, invertir en lo estratégico, financiar lo productivo y no volver a despilfarrar nunca más.

Si todo esto se logra, como si fuéramos un país normal, habrá inversiones genuinas, trabajo y progreso para todos. O mejor dicho para todos aquellos que estemos dispuestos a trabajar en empresas privadas que no tienen espacio para ñoquis o vagos, para todos aquellos que tengan un oficio demandado o un título universitario; eso nos dice que si no querés trabajar en serio, si optas por el plan social o no te interesa capacitarte te vas a quedar varado en la banquina del camino. La verdadera justicia social es que le vaya mejor a aquel que más se esfuerza trabajando o estudiando, y la igualdad de oportunidades estará dada porque con la educación pública todos podremos estudiar y con muchas empresas todos podremos tener un empleo digno. Ahora está en cada uno de nosotros el saber aprovecharlas. Mis amigos de la izquierda deberán comprender que la igualdad de oportunidades no es nivelar para abajo, ni que la igualdad ante la ley es el colectivismo socialista; como todos sabemos porque lo experimentamos a diario, el mundo no es justo por definición, no todos logramos lo que soñamos ni llegamos adonde queremos ir, pero un país potente, ordenado, pujante nos dará más herramientas para el crecimiento individual y profesional que uno quebrado, atrasado y desmotivado. 

Ni el capitalismo ni la democracia republicana son sistemas perfectos, claro que no; pero son los mejores sistemas conocidos hasta ahora. Todos los países exitosos aplican ambas formas de vivir y gobernar, tienen desigualdades, por supuesto, pero mayoritariamente la gente se desarrolla y progresa. Los países con sistemas socialistas están empobrecidos y sojuzgados bajo dictaduras sanguinarias, donde la gente vive mal y sin esperanza. A pesar de las críticas que se puedan hacer quien haya conocido el mundo quiere vivir como en Estados Unidos, Alemania, Israel e incluso Uruguay, jamás optarían por la Venezuela de Maduro, Cuba, Nicaragua, Irán ni China donde cuatrocientos millones viven más o menos bien y mil trescientos millones son explotados a niveles medievales por el Partido Comunista Chino. Se me dirá que los países nórdicos son estados de bienestar cercanos al ideal socialista y viven bastante bien, y estarán en lo cierto, pero Noruega, Dinamarca e Islandia por citar a algunos de ellos, viven en un noche que dura ocho meses, el estado es absolutamente decente y la gente es por naturaleza ordenada. Nosotros somos latinos y como tales desordenados, indisciplinados, poco afectos a cumplir las normas, gastadores y con gobiernos indecentes; ergo no podemos mirarnos en el espejo de los nórdicos. Suiza por ejemplo, tiene los mejores relojes del mundo, son los más precisos, pero la industria de la relojería allí es un reflejo de ellos, porque todo funciona con esa precisión. ¿Nos parecemos en algo?, claro que no.

En definitiva Argentina fue durante los anteriores 22 años como aquellos conductores que en los embotellamientos en la autopista te pasan por la banquina y ahora vino un gobierno que te dice si vas a banquinar no sólo te voy a multar sino que te voy a confiscar el vehículo. Se acabó, por suerte, la Argentina donde la líder millonaria te tiene en la pobreza mientras critica a otros ricos o el presidente te prohibe las reuniones so pena de aplicarte el código penal mientras está de fiesta en Olivos. Y para aquellos que no quieran cambiar y pretendan seguir teniendo un país fracasado siempre se pueden mudar y visitar a Díaz Canel en Cuba, a Ortega en Nicaragua o a Maduro en Venezuela, pero si lo hacen después no digan que no les avisé.

Osvaldo Igounet

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