Editorial: NO APRENDIERON NADA

Los colores políticos tienden a desteñir en Argentina y se vuelven anacrónicos y antiguos como ver la televisión en blanco y negro o los compac disc para escuchar música. Rara vez representan un ideario de país o proponen una verdadera plataforma de gobierno; hoy la discusión pasa por lograr el poder para ejercerlo según la visión y necesidad del líder de turno. El bipartidismo clásico murió y sino que alguien explique que es ser peronista o radical hoy. De Menem a Cristina el peronismo cobija a políticas de estado contrapuestas así como de Alfonsín a Lousteau el radicalismo se perdió en el camino. Son sólo sellos que se usan para llegar a..., hoy solo sirve tener el poder y desde allí ver que se hace.

El concepto de democracia republicana se empezó a perder en los setenta, quizás en aquella plaza emblemática cuando Perón forzó la retirada de los Montoneros de Plaza de Mayo y estos pasan a la clandestinidad y se alzan en armas contra el viejo líder que aún enfermo y casi muerto volvió a ponerle límites a la izquierda revolucionaria. Estupidos e imberbes les dijo con razón porque solo así puede explicarse que creyeran poder manejar a Perón quien antes que nada era un militar de orientación prusiana y jamás los iba a empoderar. Desde Puerta de Hierro los usó para incomodar al régimen de Ongania y Lanusse, balancear el poder de los distintos sectores internos y volver. Si las orgas pensaron en un Perón avalando a una revolución guevarista le erraron por mucho. Al punto que cuando Luder firmó el famoso decreto que ordenaba el aniquilamiento de la subversión el joven ministro Antonio Cafiero lo refrendó sin chistar, aunque su nieto Santiago por momentos parece ignorarlo.

Muchos hijos, nietos y nostálgicos de aquella Juventud decepcionada con Perón están hoy en el poder o influyendo sobre el, cometiendo el mismo error de sus mayores. Por eso defienden o justifican a los Insfran, los Manzur o los Zamora creyendo que así salvan al país del malvado neoliberalismo encarnado hoy en Macri, Espert o Patricia Bullrich. Se equivocan hoy igual que ayer, no hay nada más antipopular que un dictador que se perpetúa en el poder. Ferdinando Marcos en Filipinas, Alfredo Stroessner en Paraguay o Idi Amin Dadá en Uganda fueron dictadores de derecha. Stalin en la vieja URSS o Nicolás Maduro en Venezuela son dictadores de la izquierda. Algunos llegaron por las urnas y otros por las armas, para el caso es igual, todos a avasallan al pueblo y sólo buscan su propio beneficio. Estos gobernantes feudales de algunas provincias argentinas son iguales. No son peronistas ni radicales, apoyan a quien los ayude a perpetuarse en el poder y el presidente de turno necesita de ellos para llegar y mantenerse en la Casa Rosada. No hay ideales ni romanticismo, no hay ideario político ni democracia ni preocupación por el pueblo; solo egoísmo y conveniencia. Perón lo entendió al final y quiso enmendarlo pero ya era tarde para él y para el país. 

La sociedad argentina es en esencia de clase media burguesa ya seas que tengas o no estudios, ya sea que llegues o no a fin de mes, el grueso del pueblo rechaza las "revoluciones socialistas" de la izquierda así como a las tiranías provinciales más derechizadas. La gente solo quiere vivir mejor, tratar de progresar y tener una clase política que logre esos objetivos y por eso casi todos nos auto percibimos como clase media.Todo lo demás son ambiciones de poder del político de turno o fantasías de café, tal como el General lo explicó clarito aquella tarde mítica desde el balcón de la Rosada. Formosa, Santiago del Estero, San Luis o Tucumán son lugares donde la República agoniza desde hace años, donde el pueblo sufre, no progresa y la pasa mal; donde el caudillo es un dictadorzuelo repudiable, repugnante e indiferente y por eso me cuesta tanto creer como muchos de quienes dicen pertenecer al campo nacional y popular salgan a defenderlos. Será que esté corto de entendederas...

Osvaldo Igounet 

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