CHE GORILA, SI LA TOCAN A CRISTINA QUE QUILOMBO SE VA A ARMAR...

RESCATANDO A CRISTINA

Pocos barrios tan paquetes hay en Buenos Aires como Recoleta, hogar en general de los argentinos de clase alta y media alta, con apellidos patricios en sus calles y en sus consorcios, donde reinan la buena educación, la tranquilidad y es muy importante el qué dirán. Recoleta tiene su cementerio que es también un museo, la Biblioteca Nacional, el bar La Biela, la gastronomía de la calle Junín y su iglesia histórica en Plaza Francia. Está habitada por señores circunspectos, de buen decir y mejores modales y de señoras paquetísimas con ropas elegantes, peinados de peluquería y chusmeríos de alta gama. Para ser un digno ciudadano recoleto hace falta dinero pero sobre todo clase, esa mezcla de snobismo, sofisticación, algo de prosapia y buenas maneras; el tener dinero solamente no alcanza. Plata tienen muchos, alma de Recoleta muy pocos. Si sos nuevo rico y no tenés clase tu lugar es Puerto Madero, ¿viste?. En Recoleta reina la American Express, porque para todos los demás existe Mastercard y ahora la Ualá, hay que tener mucho millaje recorrido a destinos que no sean Miami o Río de Janeiro, que es donde van aquellos que sueñan con la pinta de Carlos Gardel pero no saben la letra de ningún tango. La Recoleta es distinción no populacho, es fineza no tosquedad, es pertenecer a la elite no a las masas, es leer a La Nación no a Crónica, es vacacionar en Punta del Este no en Las Toninas, es escolasear en el Conrad no en el bingo de Ciudadela. Es el lugar donde tener el vicio de jugar se llama pasión y no ludopatía. Es el barrio donde los cigarrillos salen de una cigarrera plateada no de un atado arrugado, donde el cogñac es Napoleón no Tres Plumas. Ser alguien de la Recoleta es mucho más que vivir en el barrio es "ser" como él. La gente de Recoleta sufraga no vota, se traslada a su residencia de... en lugar de vacacionar en... Pero por sobre todas las cosas vivir en Recoleta es al decir popular ser un gorila explotador y cipayo. El peronismo no gusta de la Recoleta, ama a La Matanza, porque el peronismo es el pueblo, la gente común, el obrero y ahora el desclasado. Sos pueblo o sos gorila, esa es la cuestión. La Recoleta es el reducto de la oligarquía por antonomasia y por ende el sitio que se convierte o se destruye. Es un lugar donde la armonía sobrevuela el diario vivir a contramano de los demás barrios. La Recoleta es la Troya porteña que debe ser tomada para rescatar a la nueva Helena secuestrada allí, que como todos sabemos por antes dicho odia vivir en ese lugar.


Así como los griegos sitiaron a Troya durante diez años, el kirchnerismo sitió la Recoleta esta última semana; los primeros para recuperar a Helena y los segundos para rescatar a Cristina. Parrafaseando al gran Homero, así como las sirenas asesinas atraían a Ulises con sus cantos engañosos, así también el salvaje macrismo atrajo a la crédula Cristina al peligroso vivir de la Recoleta. Y el pueblo fue a su rescate, la despertó de su sueño inducido por el maléfico Larreta pero aún no logró sacarla de su fortaleza/prisión del famoso quinto piso. En las plazas y en las fábricas, en las intendencias y en las unidades básicas se debate como socorrer a Cristina de su prisión de barrotes de oro. Esa cárcel que la condena a vivir como una concheta más del barrio, llena de los lujos  y privilegios que tanto desprecia, justo ella que sólo sueña con mudarse de nuevo a su casita de Berisso. Cristina, junto con Néstor como su Paris, se introdujeron clandestinamente en Recoleta como el famoso caballo de Troya y permanecieron allí a la espera de la oportunidad de volver a Recoleta un barrio nacional y popular, un barrio inseguro, lleno de carencias y sin infraestructura; cómo cualquier barrio populoso que se precie. tres décadas pasaron casi desde iniciaron su misión allí sin lograr los resultados buscados, quedando atrapados por la infame fábula de los gobiernos porteños y las tradiciones del lugar. Cristina no logró volver a Recoleta una barriada popular y tampoco pudo asimilarse a los apellidos patricios; atrapada por el embrujo del buen vivir recién ayer pudo ser despertada como la princesita del cuento cuando una muchedumbre conurbana la despertó de su letargo. "Ya es tarde, fue un día muy largo, vayan a descansar..." les exhortó desde el techo de una improvisada carroza a sus seguidores con esa voz de tono pacífico y tranquilizador que la caracteriza. Y los plebeyos marcharon felices de haber rescatado a su reina de la terrible prisión que significa su piso en Recoleta, con todos los servicios en funcionamiento y rodeada de vecinos y vecinas que de puro gorilas que son, no entienden del sacrificio de la líder popular y se quejan de ruidos molestos.


No pasa un día sin que alguien en las redes o en la radio me acuse de gorila o de ser de derecha y no es así. Si así fuera esta nota hablaría de otras cosas y no lo hace. No hablamos de gente rica que dice representar a los pobres, ni de personas de barrios comunes deseosas de vivir en barrios privilegiados, ni de líderes con vida de rey que desconocen el sufrimiento en la vida del carenciado. No hablamos aquí de el miembro más importante del gobierno actual que se victimiza ante las "amenazas" del gobierno que ella misma integra haciendo que no lo hace, acusando de su situación judicial actual a aquellos que perdieron las elecciones en vez de recordar que la causa Vialidad por caso se inicio en el 2008, con ella Presidente, que la tramitan jueces y fiscales nombrados bajo su gobierno, y cuyo juicio recién tramita ahora con ella otra vez en el poder y que recién va por la mitad faltando aún todos los alegatos de la defensa. En lugar de todas estas cuestiones propias del gorilaje, aquí hemos contado la verdad K tal como es: una señora humilde infiltrada en un barrio rico con la misión de parecerse a ellos (no lo logró) para que los otros pobres sepan lo bien que viven los gorilas, una verdad que les puede transmitir gracias a su esfuerzo valiente y despojado de toda ambición personal. Gracias al arrojo de Cristina ahora los pobres ya saben lo que se pierden por no poder comer chocolates de Rapanui.


Griten nomás si la tocan a Cristina... Será justicia, y todos seguiremos pobres.

Osvaldo Igounet

copyrigth 2022
 

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