Política: LLEGAR AL MUNDIAL Y NO CAER EN EL INTENTO.

 Había una vez un reino donde todo estaba descalabrado, un lugar donde nada faltaba a condición de que fuera buscado, trabajado y exportado. Un reino capaz de tener a todos sus habitantes ocupados, bien comidos y educados pero que a pesar de todo eso no lograba arrancar el fruto, quizás por culpa de reyes gobernantes que no estaban a la altura de las circunstancias y así fue como aquel reino perdido fue perdiendo oportunidades para caer en la decadencia permanente. Alguien lo bautizó Argentina.

A través de dos siglos de historia el reino argento peleó por su independencia, se desangró en guerras civiles, logró tener un ordenamiento jurídico, dictó una Constitución y con la llamada generación del 80 pareció encaminarse al desarrollo sustentable. Pero incorregibles al fin, gastaron décadas en golpes de estado, irrespetaron el orden jurídico, despilfarraron recursos y se aferraron a políticas que les impidieron progresar. Un día el mundo entero ingresó al tercer milenio, pero el Siglo XXI halló a los argentinos en la misma rueda improductiva y decadente de siempre, sólo que más pobres, más brutos, más desorganizados pero discutiendo las mismas banalidades. Gozosos de pelearse unos con otros discutiendo la mejor forma de destruir a su país de mil formas diferentes, los argentinos entran a la tercera década del nuevo milenio viendo como mientras los demás reinos crecen con sus más y sus menos, ellos retroceden, se estancan y desangran.

Hoy la Argentina tiene una reina que gobierna semi escondida en la penumbra, preocupada en sus asuntos judiciales mientras trata de mantener sus ideas regresivas, para eso designó un rey a cargo al que de tanto desautorizar lo convirtió en un potus decorativo que tiene su maceta en Olivos y viaja a la Casa Rosada para hacer la fotosíntesis los días soleados. Para colmo de males al rey potus, ya casi sin funciones, le gusta viajar y así como ayer pasea por Cañada de Gómez en Santa Fe, hoy se va a tomar un cafecito a Colombia mientras espera que Joe Biden se termine de curar de su covid para ver si consigue al fin la foto juntos para el álbum. Pareciera que eso no será posible.

Con el rey y la reina ocupados en sus asuntos y necesitando que alguien se ocupe del estado designan a un visir llamado Sergio Massa quien organizó su propia fiesta de bienvenida para descubrir minutos después que será un visir con el poder recortado aún antes de dar la primera orden. La reina puede estar ocupada en su guerra judicial y tener tiempo para enojarse con periodistas (ver foto) pero aún así no descuida su legado y el gran visir no encuentra un segundo que le ayude ni logra designar a todos sus secretarios. Dicen, mientras tanto, que el rey ya vencido canta bajito en el avión aquella canción de Sui Generis que decía: "yo era el Rey de este lugar, tenía una capa de seda fina..." ( ver Tribulaciones, lamentos y ocaso de un tonto Rey imaginario o no), lagrimeando en los estribillos.

La plebe amenaza con sublevarse a la brevedad acuciados por la inflación, la desocupación y la inseguridad, azuzados por los nuevos espartacos de la hora los Belliboni, Grabois y Milei entre otros que llaman al pueblo a terminar con el triunvirato (des)gobernante. Los príncipes herederos cabildean todo el día apostando cuánto tardará en caer el gobierno para que llegue su hora de revancha. Mientras esperan se agazapan en sus castillos llamados Pensar y República que disfrazados de fundaciones sirven para urdir las tramas políticas del nuevo reinado. Pero la plebe es sabia y está harta, pasa hambre, frustraciones y se percibe carente de futuro, sabe que el reino ya no tiene dinero y que el mañana es incierto; ni los que reinan hoy, ni los que quieren reinar mañana ni los que llaman a tomar las calles todos los días le dan confianza. El pueblo está enojado y como alguna vez dijo Perón "cuando los pueblos se enojan hacen tronar el escarmiento"; reyes, reinas, visires y espartacos están avisados, si nada cambia para mejor esta vez no habrá Mundial que pueda salvarlos.

Osvaldo Igounet

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