APORTE SOLIDARIO: GAMBITO DE DAMA

                    por Osvaldo Igounet 

Después de dormir durante todo el ASPO diputados aprobó ayer el Aporte Solidario, conocido popularmente como el impuesto a la riqueza, con el que el gobierno espera recaudar cerca de 300.000 millones de pesos para, dicen, ayudar a paliar la crisis desatada por la pandemia de Covid-19 entre los sectores de más bajos recursos económicos. Esta nueva imposición tributaria será ley ya que en el Senado el oficialismo cuenta con los votos necesarios para su aprobación.

Sin dudas el relato estilo Robin Hood cayó muy bien en la militancia partidaria consustanciada ya con la idea madre que sería gobernar para el "pueblo" entendido este como todo aquel que nos vote, cobre un subsidio o no tenga un trabajo medianamente bien remunerado, fijo y estable. Esto pone del "otro lado" a casi toda la clase media trabajadora, emprendedores y por supuesto empresarios y mega empresarios y a los productores agropecuarios. 

Sin embargo esta guerra de clases peligrosa e insensata que promueve el cristinismo converge en un impuesto improcedente, innecesario y destinado a fracasar antes de empezar. Veamos algunos detalles.

a) Es un nuevo impuesto (el oficialismo lo llama contribución) que se presenta y aprueba después de la aprobación del presupuesto. Esto significa que no tiene destino asignado, carece de control parlamentario y queda a la absoluta discrecionalidad del Jefe de Gabinete Santiago Cafiero.

b) No es coparticipable por lo que el único beneficiario real es el Estado Nacional en detrimento de las provincias.

c) Grava sólo a los contribuyentes argentinos, por ejemplo Alfredo Coto y los accionistas de esa empresa pagan, los accionistas de Carrefour no. 

d) Grava los activos y no al patrimonio neto. Si alguien tiene, por caso, en una fábrica inmuebles, maquinarias y acciones por 200 millones de pesos y deudas hipotecarias y con proveedores por 150 millones de pesos, le cobran por los 200 millones y no por los 50 millones que es su verdadero patrimonio. Esto deteriora inversiones en proceso y capital de trabajo al no considerar los pasivos.

e) Quienes poseen esos 200 millones mínimos que son el piso del impuesto ya pagan ganancias y bienes personales por lo que este nuevo impuesto es una doble imposición tributaria prohibida por ley, creando una desigualdad legal expresamente prohibida por la Constitución Nacional que terminará judicializando la iniciativa hasta llegar a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

f) Como el piso estipulado de 200 millones es tan bajo -no importa contra que dólar se mire- cualquier empresario PYME de mediano porte o un productor agropecuario que posea 300 hectáreas, dos tractores, una cosechadora y una trilladora ya está alcanzado por la obligación tributaria, muy lejos del discurso oficial de abarcar sólo a los mega millonarios como Paolo Roca o los Perez Companc entre otros.

g) Y lo más importante de todo, esto aleja las posibles nuevas y necesarias inversiones en el país. Además si a pesar de los juicios la gente debiera pagarlo igual este costo será trasladado a precios por lo que este impuesto LO TERMINARÁN PAGANDO LOS POBRES QUE SE PRETENDE DEFENDER.

h) Se lo presenta como un "aporte" por única vez, algo que nadie cree en tanto el pasado demuestra que estas supuestas soluciones de emergencia terminan prorrogandose cada año en el Congreso Nacional hasta volverse permanentes.

Por supuesto que Máximo Kirchner no es ingenuo y sabe muy bien de todas las objeciones nombradas por lo que está ley se parece más a un guiño político de fin de año para militantes y votantes necesitados de una épica o mística refundacional que la crisis sanitaria y económica dificulta encontrar. Y una vez más en pos de sostener un relato se termina perjudicando a quienes crean riqueza, dan empleo e invierten en el país. 

Nada alentador para el crudo y difícil 2021 que ya está a la vuelta de la esquina.

Osvaldo Igounet 

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