RECORDANDO A CHUPETE


El gobierno está presionado, la pandemia no afloja, el dólar se dispara y Cristina reapareció públicamente con su famosa carta y sus tres certezas. Si esto no fuera suficiente el desalojo de Guernica le costó el apaleamiento publico al que lo sometió el sector más radicalizado de la coalición gobernante y la intrusión de Grabois en Entre Ríos mostró cuán poco puede hacer el gobierno a la hora de controlar a sus aliados.

El dólar blue y el contado con liquidación bajaron esta semana, aunque siguen a niveles astronómicos, gracias a maniobras defensivas desde el ministerio de Economía como lanzar bonos en pesos pero dolarizados (pagando tasas del 15% en dólares), presionando desde la Comisión de Valores para reducir los montos de las operaciones del CCL y llamando a cueveros amigos para bajar la cotización del paralelo por unos días. La maniobra fue exitosa pero insostenible en el tiempo, el superávit comercial ya no existe, el déficit se sigue aumentando y la confianza en el peso es una entelequia. Sobran pesos sin respaldo real y sin confianza del mercado y eso es presión directa en la demanda de dólares. El gobierno no logra generar buenas expectativas ni a futuro ni a mañana mismo y que la moneda nacional no sea aceptada ni siquiera en las ciudades fronterizas de los países limítrofes convierte al peso en un bono de uso interno como el mal recordado Patacon. 

La pandemia no cede, sólo con los números oficiales la proyección aritmética marca una Navidad con casi dos millones de contagiados y más de sesenta mil muertos. Esto pondría al país entre los peores del mundo porcentualmente hablando y habrá vuelto estéril la estrategia de Alberto Fernández de quebrar la economía para evitar un colapso sanitario. A hoy todo es fracaso económico y de salud  Además viene el verano que vuelve más descuidada a una población harta de meses de restricciones y bolsillos flacos y una apertura de actividades económicas que ya no resisten más; eso vaticina una segunda ola de coronavirus mucho más rispida a partir de marzo. El gobierno apuesta todo a la aparición de una vacuna en diciembre y un ambicioso plan de vacunación estival de seis millones de personas en la provincia de Buenos Aires, para eso una ley autoriza la vacunación compulsiva de las sectores de riesgo: sanidad, seguridad, mayores de 60 años y personas con enfermedades preexistentes. El problema psicológico y social es que Argentina pactó con la universidad de Oxford y el laboratorio Astrazeneca pero este plan se hará con la desconocida y desconfiada vacuna rusa del presidente Putin. Dos interrogantes subyacen: ¿es una vacuna efectiva y sin contraindicaciones?, ¿dada su procedencia y misterio la gente se dejará vacunar mansamente?....

En un gobierno tambaleante, inseguro y hasta aquí ineficiente la carta de la vicepresidente no parece ser de mucha utilidad. Llama a una concertación parcial, sólo sobre el dólar, con aquellos que hasta en la propia carta desprecia y ataca. Se despega de un gobierno al que dice no pertenecer y critica a los funcionarios que no le responden. Y la libertad de acción que parece darle al presidente se lee más como un anda y choca solo que a un reconocimiento de la autoridad presidencial. Alberto Fernández suele decir que está intentando gobernar como Néstor Kirchner pero hoy por hoy a todos nos recuerda más a los días de Fernando De La Rúa, suerte para el presidente que Tinelli no está al aire...

Osvaldo Igounet 
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